Después de haber tenido aparcado demasiado tiempo el sueño de ser motera, hace un año me lié la manta a la cabeza, tenía el dinerillo y la libertad para aventurarme a despertar de pronto mi dormida ambición y, sin saber nada de este mundo, del que sólo tenía clara una cosa: lo mío son las custom, me empapé de las que podían encajar más conmigo y... ¡compré mi Zingarilla!
Ahora llegaba la cruda realidad: jamás antes había conducido moto de marchas. Y ahí entra este foro. (Me inscribí y, como tantos otros, permanecí silenciosa durante meses, leyendo cada día para aprender y comprender). Con un hermano motero dotado de la paciencia necesaria, me lancé al fin a la carretera sobre mis dos ruedas. Pasé varias de las experiencias que por aquí ya había leído (las rotondas, el casi salirme de la curva, el perder potencia en las cuestas, etc etc). Me atreví a ir escribiendo aquí sin sentirme ya tan ajena a todo esto. ¡Me respondían! Me animaban, me aconsejaban, me alentaban y me decían que "motero se es si lo llevas en el corazón"...
Me atreví por fin a apuntarme aquí a una salida de grupo, convencida de que les perdería en cuanto dieran un par de acelerones... ¡Fue genial descubrir la camaradería que se respiraba ruteando así! Aprendí también eso: a veces apetece rodar en solitario, pero en ocasiones se agradece el sentirse arropado en la carretera.
Estar en el foro, como bien dice por ahí arriba Joselitosek, es, de alguna manera, estar en familia.