Los que conocemos a este profesional de sus trabajos de antes de todo este follón, sabemos lo que vale, y lo buen divulgador que es (que para eso es el que ponen a dar la cara y no a investigar en el laboratorio). Este tío tiene los huevos pelados de dar la cara y explicar a la gente lo que es esperable de las gripes estacionales y otras movidas de salud pública. Es un científico, pero no un investigador. Sobre todo, un científico no debe inventarse los datos que no tiene para perderse en conjeturas, una cosa son previsiones (que depende de quien las haga varía mucho de unas a otras, siento todas científicamente lógicas) y otra predecir el futuro. Su trabajo es, con los datos que se tienen, trasladar a los no-expertos los conceptos clave para que los puedan entender.
No es un Raphel (Sandro Rey para los más jóvenes) para predecir el futuro de una infección nueva de la que apenas se sabe nada, y mucho menos puedes exigir que tenga acierto cuando desde el Gobierno se han hecho las cosas de una manera tan desastrosas en las primeras semanas de pandemia. Yo creo firmemente, que con una actuación más prudente del Gobierno (y los ciudadanos), la realidad se hubiese acercado sustancialmente al escenario predicho por Simón.
Me da pena ver cómo se quiere matar al mensajero que trae las malas noticias. Un mensajero que lleva semanas recibiendo el acoso constante y la descarga de responsabilidades de muchos otros actores en esta situación. Además de la responsabilidad de evitar un pánico innecesario que agravaría aún más la situación.