Me compré la moto al volver de la mili, con el dinero que había recogido de mi primer trabajo. Después llegó el coche, la novia (ahora mi mujer), el piso... y al final se quedó aparcada.
Pero con el tiempo, le compré una de cross a mi hijo y empezó a picarme el gusanillo. Qué bien salir los dos...